martes, 23 de marzo de 2010

Ajedrez

Este año estoy tratando de trabajar en dos líneas bien diferentes, apoyándome en la exigencia de tener que hacer una foto cada 15 días para los concursos sociales de la Agrupación Fotográfica de Guadalajara. La primera línea es la que estoy llevando a cabo en monocromo: fotos pensadas, muy medidas, que podríamos llamar "de estudio", aunque algunas de ellas puedan estar hechas en la calle. La segunda son fotografías menos controladas, de situaciones o escenas que, aunque pueda haber buscado o diseñado previamente, no controlo en el momento del disparo.

Es lo más parecido a la fotografía de calle a la que, de momento, llego. La foto que os traigo hoy (y que prometí en el post del pececillo y el anzuelo), es una de esas.

Budapest es una ciudad (o mejor, dos ciudades) singular(es). El ambiente aún muestra algunas trazas de una economía socialista, y no solo en la imagen que te llevas en la retina, sino también en un cierto cuidado por la cultura y por los servicios a las personas. Sin duda, uno de esos servicios son los balnearios, situados en medio de la ciudad, y utilizados por un buen número de personas.

En mi viaje a Budapest entré al Balneario Széchenyi, un lugar recomendable, con un precio realmente asequible y muy espectacular, tanto en su arquitectura como en sus instalaciones. Y lo que es más exótico, con gente jugando al ajedrez en el agua.

Ajedrez en el agua


Quizá la foto no es la mejor del mundo, pero creo que refleja muy bien como las cosas que deben importarnos son las que nos importan, y no otras. Me explico: si lo que te gusta es el ajedrez, juega al ajedrez sin preocuparte de nada más. La diferencia de edad al realizar una actividad conjunta como esta, o estar en un lugar en el que normalmente se hacen otras cosas son detalles completamente secundarios.

Busca qué te hace feliz. Si lo que te hace feliz hace feliz a alguien más, la felicidad será doble.