Realmente, no sabría como definirle mejor, si como fotógrafo, o quizá mas bien, como poeta. Sus obras son poesías visuales, metáforas de la vida, engaños continuos en los que nos muestra objetos con los que nos hace ver la vida de otra manera. Y todo ello manteniendo viva la fotografía química, sin photoshop. Solo cuarto oscuro.
Este sábado pasado he estado viendo la exposición que alberga la Galería Elvira Gonzalez, en la Calle General Castaño, 3 de Madrid, y que podéis visitar hasta el 14 de marzo.
Debo reconocer que la exposición me ha dejado un cierto sabor agridulce... Es la primera vez que veo su obra en directo (hasta ahora le he seguido a través de su web, y de sus libros), y las fotos imponen. La mayoría, sin duda alguna, son espectaculares. Sin embargo, tiene un grupo de fotos al que no le he cogido el gustillo. Es posible que alguien me crucifique por decir esto, pero la mayoría de las fotos en las que inserta texto junto a las imágenes no termino de verlas... Sinceramente, creo que están por debajo de la media en su proceso creativo.
En todo caso, como digo, la mayoría son de las que quedarán guardadas en la memoria de quien visite la exposición: aquella en la que el texto sigue las vetas de una madera, como si de una falsilla mal trazada se tratara; el espejo puzle; y especialmente, el libro en el que se abren unas escaleras que te sumergen en su interior, en unas historias que están por descubrir...
Como os digo, Chema Madoz es un fotografo espectacular, y si tenéis ocasión, no dejéis de ir a ver la exposición, porque, a pesar de lo que he dicho sobre alguna de sus fotos, no os vais a arrepentir.